[Trama Principal] Los Niños son el Futuro

La puerta apenas se mantenía sujeta de sus bisagras pero no parecía un lugar indefenso. Aunque no hubiera nadie armado en la puerta, se podía notar como cuatro de los hombres del interior se mantenían atentos a las ventanas y a su alrededor, con sus bebidas llenas. Era poco más que un tugurio, instalado en lo que quedaba de una vieja tienda de ultramarinos, pero resultaba lo suficientemente acogedor como para que tanto vendedores ambulantes como trotamundos sin futuro hicieran un alto allí para descansar los pies, beber algo y tal vez ganar algunas chapas.

Ted, el barman era un tipo chato pero fornido, sudoroso y con cara de mala uva. Decían de el que tenía una puntería digna de un demonio y un genio parecido, y comentaban quienes solían pasarse por ahí que tenía una escopeta bajo la barra, lista para todo aquel que apareciera creyendo que podía montar follón en Su Bar. En cambio, si venían de forma pacífica el no le negaba un trago a nadie... normalmente.

Las pocas mesas con las que contaba el antro estaba apelotonadas a la derecha de la barra, junto a la pared, y se mantenían mas o menos limpias gracias a Jill, la camarera. Bajita y desgarbada, Jill era pecosa y no parecía tener más de 17 años. Nadie les llegó a preguntar como se hicieron socios, pero aprendieron a las malas que no es buena idea molestar a ninguno de los dos.

Fuera del bar, en el yermo, cada vez estaba más y más oscuro y el viento había empezado a golpear los cristales de las ventanas. En mitad de la negrura del cielo, resplandeció un brillante relámpago. Sería una larga y maldita noche de lluvia ácida, lo que mantendría a todos los que estaban de paso por ahí juntos bajo el mismo techo.

Un grupo se acomodó en las mesas y sacaron unas barajas de cartas, retandose entre ellos y al resto a jugarse unas cuantas chapas. Otros tantos se retiraron a las literas de la sala de detrás de la barra, borrachos y cansados. Un hombre con la cara curtida y ya entrado en años, se sentó y le dedicó una sonrisa desdentada a Jill.

-¿Te he contado ya la historia de los fantasmas del colegio Malden?

Jill puso los ojos en blanco y resopló.

-Ya no me vas a engañar con esas cosas, Joe. ¡Todo el mundo sabe que los fantasmas no existen! ¡Y desde luego que no están en ese colegio!

-Oh, querida. Tal vez no sean fantasmas... pero allí.... hay algo.- respondió el hombre con una sonrisa enigmática.

Spoiler:

Erebo había llegado allí junto a una pequeña caravana. El brahamán estaría a salvo en un establo fuera y por lo tanto él y sus colegas (dos guardias y un comerciante de chatarra) podrían pasar la noche allí tranquilos.

Guzmán, el comerciante, les guiñó un ojo a él y los guardias cuando vio aflorar un mazo de cartas. Los tres sabían que era un jugador astuto, entre bromas y acampadas por el Yermo, en partidas amistosas, se había ganado el nombre de "El Farolero" haciendo clara alusión a su habilidad de manipular a otros en el póker.

Los guardias rieron junto a mi pensando en lo contento que estaría su empleador mañana y, a sabiendas de cómo era, eso repercutiría positivamente en sus sueldos o nivel de vida. Sacudieron la cabeza al mirarme y se despidieron para ir a dormir.
-Buenas noches- les respondí.

Estaba sentado escuchando el murmurar de la lluvia ácida y los truenos acercarse, preguntándome qué haría esa noche para matar el tiempo cuando oí a un viejo hablar de un cierto lugar "El Colegio Malden".

Pedí dos cervezas a Ted por las que entregué chapas y una sonrisa. Se decían demasiadas cosas malas de él pero no era un tipo agresivo.
Con ambas cervezas en mano me acerqué a la mesa del desdentado hombre, le alcancé una y comenté -Jill, no seas así con el señor, cuento o no a mi me interesa lo que dice- miré a la muchacha -las historias de otros casi siempre contienen información o moralejas útiles- le guiñé un ojo.

Podría parecer a Jill que mi intención era liberar a una joven del incordio... Pero de alguna forma tenía necesidad de escuchar los relatos de aquel hombre, un adulto también, si, pero de edad más avanzada.
Quizás extrañaba a mi padre -si, lo extraño todos los días- pensé.

Resistiendo las lágrimas por las heridas aun frescas agradecí la penumbra y musité a mi interlocutor -Mi nombre es Erebo, un placer, y me encantaría oír lo que tiene para decir- golpeé suavemente la cerveza que tenía él con la propia, brindando.

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Negrita: diálogos.
Cursiva: pensamientos.

Con el tiempo que preste mis servicios a ese malnacido de Churzo casi siento nostalgia....nah.

Ciortan avanzó por el Yermo a pasos firmes. Observo a su alrededor hasta ver un asentamiento. Tenía suficientes víveres pero comenzaba a sentirse....solo. Atuso sus ropas cubriéndose lo máximo posible para no dejar entrever su verdadera naturaleza. Si algo había aprendido desde que tenía memoria era que los humanos no se fiaban de los...amarillos.

Por suerte la lluvia acida de la noche anterior había revitalizado a Ciortan de modo que se sentía pletórico.

Se sentó frente al barman y pidió un buen plato de estofado...o la bazofia que tuvieran. Se mantuvo quieto escuchando lo que ocurría a su alrededor.

Había pasado mucho tiempo sin rumbo fijo con la extraña sensación de falta de objetivos en su vida. Churzo y las peleas en la "arena" le habían dado entretenimiento pero seguía faltándole algo.

Jill se giró hacia aquel extraño que interrumpía la pequeña conversación y durante unos segundos se quedó parada, evaluándolo con la mirada entre precavida e interesada. Joe tomó la jarra que Erebo le ofrecía y tras el pequeño brindis dio un trago.

-Un placer conocer por fin a alguien al que le interesen las vivencias de este viejo.

-De un niño de teta me lo esperaría, pero... me pregunto qué clase de "magia" puede haber hecho creer en fantasmas a un viejo desdentado- comentó alguien desde alguna mesa en la penumbra.

Joe estiró el cuello , con las flacas mejillas algo coloradas.

-No es magia, ¡os lo aseguro!¡ Ni locura!¡He estado ahí, y yo mismo he visto las luces!

-Ya.- interrumpió Jill con una risita- Esto es como aquella historia de los gnomos de jardín asesinos.

-Yo no dije que...

-O la de esos viejos maniquíes "vivos" que mataban a la gente por las noches.

-Joder, niña, que escéptica eres.- se quejó Joe, pasándose una mano por su escasa cabellera.- Te juro que esos puñeteros maniquíes estaban en sitios distintos cuando amanecía...- Joe frunció el ceño y añadió con un susurro-... y algunos llevaban armas.

Jill volvió a poner los ojos en blanco y se alejó para limpiar unas mesas. Joe dio otro sorbo, perdido en sus pensamientos durante un momento, para luego volver a mirar a Erebo.

-Viajo mucho, a pesar de que mis viejos huesos se quejan cada día más, tengo un alma errante. He pasado miles de veces por Malden y nunca me había fijado en esa escuela hasta hace alrededor de un mes.- Joe dio otro trago de la cerveza y se acomodó en su silla- me refugié allí cuando me perseguían una manada de chuchos salvajes y se hizo de noche. El sitio está lleno de basura y escombros pero encontré un buen sitio para dormir , en una... zona de mantenimiento o algo así, protegida por una reja de metal.

>>Pues bien, ahí estaba yo, durmiendo con las mantas que siempre suelo llevar conmigo, cuando de pronto empiezo a oír pasos. ¡Pasos! ¡Y no venían de fuera, venían de dentro! Había unas escaleras que bajaban desde ese cuarto de mantenimiento hasta una puerta de metal. ¡Y alguien estaba moviéndose al otro lado de la puerta! Había una extraña luz blanquecina que se colaba por debajo. Cogí mi arma y me acerqué de puntillas, abrí la puerta lentamente, con cuidado...

....y allí no había nada. Solo un largo pasillo oscuro que seguía bajando... y un peluche a mis pies. ¡¡Un puto oso de peluche!!

Unas risotadas interrumpieron su historia y provocaron que sus orejas se pusieran incluso más coloradas que el resto de su cara.

-¡¡Cerrad el pico!! ¡¡Me gustaría ver que habrías hecho vosotros, capullos!!

-¡Eh, Joe!- interrumpió Ted antes de que los ánimos se caldearan- has bebido ya suficiente. ¿Por qué no te vas a dormir? Mañana tendrás mucho camino que recorrer.

-¡Bah!- Joe hizo un ademán y se terminó la cerveza de un trago.- Había niños allí cuando cayeron las bombas, seguro. El Apocalipsis los pilló allí, lejos de casa, asustados. No me extrañaría nada que sus almas siguieran allí, atormentadas... tal vez reviviendo ese último día una y otra vez...- su voz ahora sonaba lúgubre y cansada- Ni siquiera me paré a recoger mis mantas...- se lamentó.

Ted no necesitó insistir para que Joe, repentinamente desanimado y cansado, se retirara a dormir. Lo mismo hicieron otros tantos, la noche iba avanzando y no parecía que la tormenta ácida fuera a parar en breve. Los brillantes relámpagos producían un picor incómodo en la piel de aquellos que se veían expuestos a su luz.

Jill se acercó a la enorme figura que permanecía en la barra.

-¿Has terminado ya?-preguntó señalando el plato vacío. Lo tomó y lo añadió a la colección que ya tenía en su bandeja.- ¿Quieres agua limpia o algo más? Si no, la litera cuesta 5 chapas.

La joven examinó la cara del enorme extraño, percibiendo algo fuera de lo común pero sin poder discernir bien que era.

Ciortan escucho a la joven camarera mientras meditaba sobre la extraña historia del viejo.

 - Agua sucia esta bien. Pero tráeme otro plato de estofado esta vez bien cargado -

Ciortan se había percatado de la argucia comercial pero para él no tenía importancia. Beber agua limpia, sucia, contaminada o pura...poca diferencia había.

La historia del anciano viajero le llamo la atención pero se preocupaba más en ver las reacciones a su alrededor. Además....un lugar "encantado" con posibles restos de cargas radioactivas....los "humanos" son idiotas....acudirán en masa.

Como siempre hacía busque, con un gesto casi automático,  medallas de identificación similares a las mias.

Sabía que la historia del anciano no era acerca de fantasmas sino otra cosa. 
-Sin lugar a dudas el Yermo era un sitio insólito donde pueden suceder cosas de lo más extrañas pero ¿Fantasmas? Ni en broma- pensé.

Saludé al hombre con una sonrisa y me apoyé en la pared que daba al resto de aquella taberna postapocalíptica. Bebí despacio de mi cerveza mientras vigilaba el lugar.
Oí al gigante de la barra pedir otro estofado y agua sucia. Yo por mi parte le pedí un asado de rata topo a Jill.

-Sin lugar a dudas- dije en voz baja pero como para que todos me escuchen -en aquel lugar podríamos encontrar cosas útiles. Cuanto menos las chapas que se ha dejado Joe- reí. El anzuelo estaba cebado.

-Tirada de inteligencia- para discernir la raza de Ciortan.

El miembro 'Erebo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

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'Dado de 10' : 7

Escuché la historia del viejo... y me preocupó un poco la reacción de sus oyentes. Si todos se reían de ese modo, significaba que el anciano solía dejar volar su imaginación. Tal vez chocheaba, quizás solo imaginaba cosas. Y si ese era el caso, no estaba segura de que valiera la pena arriesgarme yendo a explorar unas ruinas.

Por otro lado... no tenía muchas pistas que seguir. Este era el único hilo del cual podía tirar, y aunque no tenía muchas expectativas al respecto, no tenía nada mejor. A fin de cuentas, un colegio siempre era un buen lugar como fortaleza... ese tipo de lugares eran los preferidos de las bandas de bandidos. Y esa clase de tipejos siempre guardan algo de valor en sus escondrijos. Pero no podía meterme sola en la boca del lobo. 

Miré al resto de clientes: el que más me llamó la atención fue el hombretón... probablemente, un mutante. Por su aspecto parecía un mercenario, lo cual le hacía susceptible a aceptar encargos siempre y cuando hubiera chapas de por medio, y eso me interesaba... porque era obvio que si entraba en el colegio Malden, necesitaría un escolta.

También había un hombre, de mediana edad, que no me inspiraba confianza... porque, a pesar de que tenía un cierto aire militar y de parecer ser hábil en combate -lo cual sería útil en una expedición de reconocimiento-, yo no tenía garantía alguna de que no tuviese una mentalidad radical contra los necrófagos como yo. Hacía tiempo que soportaba el odio de los humanos, y había desarrollado un sexto sentido para percibir cuándo un tipo era peligroso para los "no humanos".

Por último, el hombrecito llamado Erebo... parecía realmente interesado en el tema, he incluso había lanzado una frase para tantear a los presentes. Probablemente, se moría de ganas de ser acompañado allá... el pobre hombrecito. Parecía enormemente ingenuo, seguramente no sabía dónde se metía. Pero, mientras fuera capaz de encajar balas por mí, poco me importaba. Yo solo necesitaba compañeros que me protegieran. Así que, por ver a este último como susceptible de entrar al trapo, respondí a su provocación:

-Sí... tal vez haya alguna chatarra que recoger. Pareces interesado, ¿no es verdad, muchachito? -reí con mi voz cascada- yo misma siento interés también. Pero una vieja como yo no puede meterse sola en un lugar como ese sin protección... -eché un vistazo hacia el hombre gigante -aunque estaría dispuesta a pagar bien por un guardaespaldas. -Miré entonces de nuevo a Erebo.- ...También estaría bien contar con un socio.

Me preguntaba si, tras tanto interés, se ocultaría en realidad el conocimiento de alguna información. Tal vez este tipejo había escuchado algo sobre la "mercancía" que yo misma iba buscando... en cuyo caso, tendría que andarme con ojo de ser más lista y rápida que él una vez encontrásemos el tesoro.

Spoiler:

"Algún día mis obsesiones me van a matar"- Pensó Tenshiu mientras se acercaba al tugurio.- "Aunque sondear los orfanatos de la zona sea una buena idea por donde comenzar a buscar tu pasado, intentar visitar mas de uno en un mismo día es una mala idea, donarles tus mantas y algunas chapas es una idea absurda, entrometerte en un asalto a unos comerciantes y perder tu pistola (recibiendo algunos golpes en el proceso) es una idea demencial y avanzar cuando se arremolinaba tormenta con una alta posibilidad de lluvia ácida, es en si mismo, la peor de las ideas". 

Al llegar abrió la puerta con firmeza y se quedo en el umbral, esperaba que sus ojos se acostumbraran a la luz para observar el interior. A la vez un rayo cruzo el cielo, cortando su silueta con el cielo iluminado y un fuerte trueno retumbo en los oscuros paramos del yermo. "Un poco dramático para mi gusto"-se dijo-"pero no se puede dudar que ha sido una entrada genial, todos los ojos se han fijado en mi, me estoy quedando sin chapas así que estaré atento a cualquier "encargo" del que pueda sacar provecho".

Cuando al fin se acostumbro a la luz comenzó a sacar sus deducciones, aunque el ambiente es algo mohíno, hay gente arremolinada en las mesas apostando y jugando de forma discernida, eso y el hecho de que se oigan ronquidos desde detrás de la barra demuestra que es un lugar relativamente seguro. Pero incluso en un lugar seguro puede haber problemas, un rápido vistazo le confirmo que los clientes en su mayoría mercaderes y mercenarios (inexpertos en su mayoría, van abandonando sus armas en cualquier lugar, de hecho hay una escopeta en una especie de paragüero al lado de la entrada...que locura), pero solo un par de los presentes le preocupaban minimamente. Por un lado el "hombre fornido" de la barra que intenta ocultarse, por otro el tío que le miraba desde una mesa lleva "veterano militar" escrito en la cara, podrían ser un peligro. A parte de eso solo se podría destacar un extraño albino apoyado en una pared y una desgarbada figura con ropajes húmedos y tapada hasta la cabeza...un necro tal vez? en otros tiempos no le dejarían ni entrar.

"Lo mejor será intentar no intimidar a nadie". -MENOS MAL QUE HE CONSEGUIDO LLEGAR AQUÍ!- Dijo en un tono casi desmedido, quería expresar despreocupación, sin llegar a despertar a los que ya estaban durmiendo. -Necesito algo caliente que echarme a la boca-. Añadió mientras cerraba la puerta tras de sí y se sentaba en una mesa libre.

Ahora no tenia más que dejar que el ambiente de la taberna volviera a su cauce y estar atento a todo lo que sonara a chapas, el hecho de que la hermandad del acero te deje investigar lo que quieras entre misiones, no quiere decir que financien tus escapadas.

Cuando la puerta se abrió de forma nada sutil y una nueva figura se recortó contra la tormenta, el aire distendido de la taberna cambió de forma perceptible. Nadie se levantó, nadie grito, pero Ted había acercado sus manos al arma que escondía tras la barra, los que jugaban a las cartas echaron miradas de reojo al recién llegado y alguien muy despistado se acercó a cierto paragüero de forma disimulada. Jill se demoraba con unas latas tras la barra, a pesar de tener los dos platos que le habían pedido ya preparados para servir. No fue hasta que el recién llegado rompió el silencio que los presentes parecieron volver a respirar, e incluso alguien refunfuñó desde alguna de las mesas, exigiendo que cerraran la maldita puerta.

Tras un breve gesto por parte de Ted, Jill salió con la bandeja. Primero se acercó al tipo enorme de la barra y dejó frente a el tanto el plato a rebosar de estofado como el vaso de agua.

-Si hay problemas y nos ayudas invita la casa- le susurró la joven con discreción.

Acto seguido le llevó el plato de asado a Erebo y, colocando la bandeja de metal vacía bajo su brazo, se acercó al recién llegado bajo la atenta mirada de Ted. Al llegar hasta el pareció titubear un poco.

-Estás empapado, será mejor que te seques antes de que te frías. -hizo un ademán hacia una mesa vacía- ¿Que vas a querer comer? Tenemos estofado, asado y pinchitos de mutaracha. Un plato y un vaso de agua limpia son 6 chapas.

Jill esperó a recibir una respuesta por parte del recién llegado, tras lo cual se giró y regresó a la barra, haciendo un gesto rápido golpeando dos veces su torax con dos dedos. Ted frunció el ceño y tomó un paño con el que empezó a aclarar algunos vasos.

En poco tiempo, Tenshiu ya tenía delante la comida que había pedido y poco a poco, el ambiente parecía ir relajándose de verdad. 

La noche ya estaba bien entrada y la mayoría ya se había retirado a dormir cuando Jill se acercó a Erebo con una botella de Wisky. Se sentó con el a la mesa y estiró el cuello, buscando a alguien con la mirada. Le hizo un gesto a la anciana para que se acercara.

Sirvió tres vasos con el Wisky y los ofreció.

-Así que... ¿estáis pensando en ir a la escuela Malden? ¿O solo estáis hablando por hablar?- preguntó Jill, mirando a uno y a otro. Se mordió el interior de la mejilla antes de seguir- Si vais, me gustaría ir con vosotros. Si me dejáis ir y volver con lo que pueda cargar no os cobraré ni la comida ni la cama. Aunque...- volvió a llenar sus vasos- creo que nos iría bien algo de protección... por si acaso. No me preocupan los muertos. Me preocupan los vivos.

Jill se estiró un momento para mirar al gigante que de nuevo tenía su plato vacio en la barra.

-¿Alguien está interesado en un trabajillo como guardaespaldas en un pequeño paseo?- preguntó al aire.

Spoiler:

Miraba a los presentes cuando un loco entró empapado en radiación líquida. Podría haber jurado que, de apagar las luces, aquel infeliz estaría brillando como una Nuka Quantum.

Jill se acercó al poco tiempo equipada con un arma muchas veces infalible: alcohol.
Bebí lentamente el primer trago mientras exponía su punto, me negué al segundo pero dije -me parece bien muchacha, dividiremos lo encontrado en partes iguales de acuerdo con su valor pero como fui quien creyó lo suficiente en el viejo como para sentarme a beber con él estimo que lo justo es dejarme elegir primero-.

Miré a la camarera y luego a la necrófago -¿O no?-.

La jovencita miraba mucho hacia el gigante de la barra. Algo no era normal en él pero no lograba precisar qué, evidentemente no era humano.
-Se que puedo cuidarme solo- les dije con susurros a las damas     -pero es cierto que no soy una máquina de matar por lo que apoyo tu idea de llevar más compañeros-.

Apunté sutilmente al cuarentón del fusil de asalto que nos observaba sin disimulo -y ese tipo parece militar-.

Kain sabía que ese momento llegaría antes del amanecer, y lo esperaba. Esperó unos instantes estudiando las reacciones de los presentes, pero no demasiado.

No dudaba de que alguno de los buscavidas presente ya había evaluado al pequeño grupo como víctimas propicias para ser conducidos a una trampa, y estimó durante unos instantes dejar que las cosas siguieran su curso. Pero era posible que, tras deshacerse de los incautos, los buscavidas decidiesen explorar el colegio ellos mismos, situación más complicada de manejar. Además, en realidad le asqueaban las hienas que asolaban todo ese infierno, y privarles de su presa por esta vez, le proporcionaba un pequeño placer.
Se alzó, y habló con voz ronca, tratando de resultar lo suficientemente intimidatorio como para dejar claro que el riesgo no merecía la pena. Su voz, y su fusil de asalto, arma que portaba semi oculta a su espalda bajo sus ropas, y que sabía que al levantarse del asiento se insinuaría lo suficiente como para dejar claro que podía hacer el trabajo.

Yo puedo acompañarles, señorita. Comida y cama no es mala compensación en esta tierras para muchos, pero yo soy bueno en mi trabajo. Muy bueno. Sé que es un trabajo breve, así que estoy dispuesto a aceptar como pago, solo una cosa. La que yo elija. Eso es todo.


(Aquí me gustaría hacer una tirada de Carisma, no para conseguir el pago de Jill (Kain no negocia), si no para resultar intimidante a los que puedan estar pensando que sería un buen momento para hacer crecer la lista de desaparecidos en el Yermo).

Kain mira fijamente a los ojos a Jill, durante quizá demasiado tiempo, y después a Erebo y a Lucy. Apenas dedica un instante a Lucy, pero cuando sus ojos se posan en los del joven, es posible notar unos segundos de duda en él (posible tirada de Percepción?), antes de fijar de nuevo su vista en Jill. Si entre tanto nadie le responde, Kain se limitará a sentarse de nuevo e ignorar la conversación.

El miembro 'Kain Hunter' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

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'Dado de 10' : 8

-Perdonad si interrumpo- Dijo una vez hubo terminado de comer. Se levantó con decisión y acercándose con su aire altanero, tomo asiento sin esperar a que nadie le invitara y descaradamente se tomo el trago de whisky que todavía quedaba sobre la mesa.-Podéis pensar que soy un cretino y no voy a endulzar las cosas, lo soy, con todas las letras. Pero a parte de eso también tengo otras cualidades (si, Tenshiu piensa que su forma de ser es una gran cualidad), también soy bueno en mi trabajo, como el tío del fusil y creo que necesitáis tipos como nosotros-. Hizo una pausa para que sus palabras calaran más.

Cuando lo creyó conveniente continuo. -Como muestra de buena fe os daré un consejo que os podría interesar, cuando se monta un grupo improvisado como este, es normal que la información se comparta de forma "mas o menos" publica y en cualquier otra situación dos soldados para tres buscadores me hubiera parecido un grupo compensado para maximizar los beneficios. Pero en este caso en concreto, pienso que las paredes tienen ojos y oidos y cualquier saqueador del tres al cuarto que nos escuche podría montar un grupo que nos supere en numero y emboscarnos al salir. Mi consejo, tratar de encontrar a alguien más, o no, no es mi decisión.-

Solo faltaba tratar de parecer un poco más "humano" como consideran ellos. -No os preocupéis, mis formas no son las mejores, pero soy leal y fiable y os alegrareis de contar conmigo si las cosas se tuercen. No me fío especialmente de los mutantes y los necros, pero ni tengo una cruzada contra ellos, ni me niego a trabajar con ellos (los evitare siempre que pueda, pero no siento la necesidad de matarlos). Por ultimo añadir que me da igual ser el primero o el último en elegir recompensa, pero estoy de acuerdo con el mercader paliducho, deberíamos repartir entre todos a partes iguales, tantos unos como otros somos necesarios para llevar esto a buen puerto-. "Espero no haberme pasado con los civiles, a veces se me olvida con quien estoy tratando".

Al parecer dos de los allí presentes se encontraban dispuestos a colaborar con nuestro intento de saqueo a la escuela. El tipo alto le generaba algo pero no sabía qué, esa sensación que uno tiene cuando se cruza con un familiar tras muchos años quizás...

Miré al mercenario que se acercó a nuestra mesa, no me gustaba su actitud ni su racismo evidente y no pensaba callarme.
-Mientras que me agrada la idea de que nos acompañes- le dije -no sé que tanto puedo confiar mi seguridad, si es que precisara ayuda, a un tipo que discrimina a otros por su aspecto. Los mutantes no son todos unas bestias y los necrófagos tampoco-.

Lo miré con sorna -y la expresión es "del tres al cuatro", no "del tres al cuarto"- me levanté para acercarme a Hunter -¿Te conozco?-.

El miembro 'Erebo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

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#1 'Dado de 10' : 1

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#2 'Dado de 10' : 6

Perdón, las tiradas han sido de Percepción e Inteligencia para ver si recuerdo de donde conocía a Kain.
Creo que paso ambas (o solo una, en caso de que me equivoque siéntase libre de editar narrador ), voy a actuar en consecuencia.
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Al acercarme al sujeto del fusil voy recordando cosas. Su voz me sonaba y me lleva a unas habitaciones oscuras, su contorno cuando me acerco me recuerda a un barco, algo en él me resultaba increíblemente familiar.

Recordé la última vez que había estado en una masa de agua con un barco funcional sin problemas, fue en Quincy.
Mis ojos, que miraban al hombre pero sin prestarle atención, se abrieron con sorpresa cuando volví a la realidad tras haber conseguido esa pieza de información.

-¿Hunter?- miré a su cara pero no espero una respuesta -¿Kain Hunter? Yo soy Erebo, el del barco en Quincy-.

Le sonrío, incrédulo.

Mientras degustaba sus ultimas piezas de estofado observo la entrada triunfal de aquel empapado oriental.

Lo observo un momento preguntándose....cuanto de su vida le abría costado caminar bajo la lluvia.

Me levante y di unos pasos hacia el recién llegado ofreciéndole lo que me restaba del agua. Deje el baso sobre la mesa y me dirigí hacia la anciana.

Una leve reverencia - Señora, parece bien acompañada no obstante tengo algo que ofrecerle. No soy muy listo, no soy muy rápido pero por unas cuantas chapas podría aumentar su capacidad de carga con respecto a lo que encuentren -

Miro a Jil asintiendo. y hecho una leve mirada a los presentes buscando determinados rasgos entre ellos.

- Mi nombre es Ciortan y como mucho. - 


Off Hago tres tiradas. Una para observar buscando ....el master sabe lo que busco. Percepción
Dos.- Intento buscar rasgos característicos.
Tres.- Trato de resultar fiable al recién llegado al ofrecerle el agua.

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'Dado de 10' : 7, 6, 2